3.2.09

¡Ay, perdido fantasma, afligido por el viento, vuelve de nuevo!

Aún hoy recuerdo en especial uno de aquellos días en el vertedero. Fue uno de aquellos momentos que sabes que recordaras toda la vida. Te ves como una anciana de cabello gris hurgando en tus recuerdos polvorientos y de repente surge este de entre la nada. Las avispas zumbaban alrededor de las flores silvestres y las piedras estaban tan calientes que nos quemaban los pies. Christine y Tildy estaban un poco alejadas del vertedero y recogían margaritas amarillas. Un colibrí recolectaba néctar de una flor de trébol cuando la pequeña mano sudorosa de Lou Jean con sus uñas rotas me agarro del brazo.
-¡Mira, Ginny!-susurró Lou Jean sin aliento.
El cuerpo moreno de mi hermana volaba por encima del sol y del vertedero.
-¡Mirad a Junie!
Los pies de Junie se agitaban como alas, batiéndose contra el vacío. Su pelo ondeaba tras ella por la velocidad del vuelo.
-¡No puede caerse, Ginny!-dijo Lou Jean-. ¿No ves que no puede caerse? Somos especiales, Junie, tu y yo. ¡Viviremos para siempre!
Me estremecí de emoción. Era verdad. ¡La muerte y el dolor lo sufrían el resto, pero nosotras no teníamos por qué temer, ya que éramos inmortales!

Madre, madre, me siento mal,
Pronto al doctor hay que llamar.
Doctor, doctor, ¿Voy a morir?
Si, mi niña, pero no has de sufrir.
¿Cuántos caballos serán
los que al cementerio me llevaran?
Uno, dos, tres…

1 comentario:

M I C A dijo...

De los mejores libros que existen, sin duda alguna.
Te amo.ppeeeero TE AMO PARA SIEMPRE :D