10.3.10


Ay, mi dios te maldiga.

Abri la ventana, atenta a cualquier movimiento perceptible. Acogida entre mis cortinas aguzo el oído dispuesta a identificar tus pasos entre cualquier otro sonido vulgar.
Me muevo apenas, ansiosa. Por poco en la terrible calma de mi espera no me olvido de respirar.
Cuento segundos uno a uno, palmo a palmo, durmiente a durmiente. Rogando porque algún vagón generoso te arrastre hasta mi puerta.
De pronto, un silbido familiar me sacude el ensimismamiento y las vias gimen en la lejanía. Regreso al escrutinio con más ahínco, vigilando no solo las veredas sino también las ventanillas de los autos, que denuncian cualquier figura antes de que ingrese en mi campo de visión.
Gloriosos sean los espejos!
Algún que otro perro perdido, una madre con bolsas de supermercado, las mismas hojas de los árboles.. todas las sombras juegan en mi contra.
Con el corazón en la mano preparado para saltar ante cualquier timbre, decido escribir un poco, quitarme la angustia. La congoja es eterna y pesada, y con su perfume a minutos infinitos la arrastro hasta mi balcón, junto con mi cuaderno.

El tiempo se detuvo esta tarde cálida mientras mi sangre iba tomando más y más temperatura, hirviendo en la vigilia.

Pretendiendo parecer concentrada en el hilo vago de tinta que raya las hojas, atiendo todavía cada susurro.

Algún pájaro cantó y lo confundí con un nuevo llamado tuyo avisandome tu cercanía.

Pasan dos trenes más, y hasta ahora nada me indica que seas real y no un invento de mi imaginación. Un sueño bonico. Dejo mi cuaderno y mi corazón de lado, uno junto a otro cerca de la baranda. Me incorporo un poco más y me dedico a observar sin disimulo.
Nada.
Nada. Nada.

Al momento exacto de largar el último suspiro de derrotada, me espantó mi celular otra vez. Avisándome que te habías retrasado pero que estabas a dos cuadras.



Corramos.

1 comentario:

M I C A dijo...

:)
sos linda.

te quiero amiguilla. me gustó lo que escribiste.