5.11.09

Afiambrada


Hoy a la mañana encontré a mi tortugo semi-muerto.
Tenía que irme a ballet (ergo, tenía mis zapatillitas negras, razón por la cual mis pies en el dibujo son negros), y noté al salir a mi patio que había una mancha marrón en medio del pasto.
No es la primera vez que me lo encuentro adormecido presa de una sospechosa rigidez (momentos en los cuales paso a picarlo con un palo, o mi dedo en su defecto), pero en dicho estado suele encontrarse a la tarde, agotado ya por sus caminatas diurnas y escondido en algún rincón del patio, si no es bajo el deck o contra una pared, siempre en alguno de sus niditos si no son sus cercanías.
Pero hoy, lo hallé interrumpiendo el impecable verde de mi pastito, despatarrado, y con el cuello vencido, en vez de estar al menos con la cabeza escondida.
Lo llamé por su nombre. No respondió.
Le chasqué la lengua un poco, moviendo mis dedos como si tuviera comida. Tampoco se movió.
Lo rondé durante un rato, hasta que me decidí a agarrar un palo. Estaba más muerto que de costumbre y no me animé a tocarlo con mi dedo. Cada vez que se muere, tengo miedo de que no vaya a revivir, y trato de no tocarlo con una parte de mi cuerpo, porque no quisiese saber inmediatamente que realmente está sin vida y que su materia física (la cual significa mucho para mi, ya que representa el elemento visible y táctil de mi tortugo, el más importante al mismo tiempo, porque me sirve para decir "tengo tortugo" y en consecuencia reírme y hablar de todo lo que puedo reírme y hablar acerca de mi tortugo) está a escasos meses de desintegrarse y pasar a ser fertilizante. Sino que prefiero tocarlo con algo ajeno a mi cuerpo, de modo que si realmente está muerto, tarde en saberlo unos segundos más y me preocupe por insistir crédulamente, deseando que no halla sentido la presión del objeto.
Una vez armada, ubiqué el punto más sensible en su largo cuello arrugadito, y presioné con delicadeza pero firmemente sobre él.
Ay, si el pánico me habrá embargado hasta la médula el primer medio segundo desde que lo había picado! No reaccionó en lo más mínimo!
Pero pasado el primer medio segundo, y luego de la tercera picada, levantó su cabeza sobresaltado, debatió un poco las patitas y me miró con pereza.
Pereza y un odio indescriptible en sus ojitos negros. Todo escrito en los pliegues de su piel verrugosa.
Movió la cabeza de nuevo, me miró una última vez y dando media vuelta, se fue hacia uno de sus rincones favoritos del patio, abajo del jazmín.
Yo lo imité: di media vuelta, agarré la bici y dejé mi casa (para volver a los cinco minutos, porque después de media cuadra recorrida, la rompí y tuve que recurrir a mi vieja para que me llevara a la academia).
Fue toda una aventura de diez segundos, la pérdida temporaria de mi tortugo.
Se imaginan?
Quién hubiese conducido la barca a través de la laguna Estigia?
Caronte barquero, o Caronte tortugo?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Afiambrada: dicese de aquel ser, criatura o materia viva que se encuentra en un estado similar al de un difunto.// derivado del fiambre.// palabra utilizada dentro de la jerga argentina, para describir a modo de burla el estado en el cual permanece una persona al morir. Fría, tiesa, etc. // Ejemplo: Mira que vieja pelotuda! como la atropellaron cuando cruzaba por la esquina, quedo hecha un fiambre, quedo afiambrada.



Fragmento extraido de la Real Academia Santiaguezca de Lengua y Habla.

















PATENTE PENDIENDTE!



























































Te amo.

A.S. dijo...

Dejala dormir en paz, por amor de Franklin.

M I C A dijo...

Me moría si se moría